Esto es la Universidad.... pública




Este blog está dirigido a vosotros, los estudiantes que acabáis de llegar a la Universidad. A la Universidad pública. A la universidad de todos. La que costeamos entre todos para que independientemente del nivel de vuestros ingresos familiares tengáis la oportunidad de aprender y de transformar vuestra vida. Para que aprendáis Derecho y, sobre todo, os convirtáis en personas pensantes y críticas, dispuestas a integraros inteligentemente en el mundo que os ha tocado vivir.

En este blog encontraréis primero las instrucciones para sacar el máximo provecho de "nuestro" esfuerzo conjunto a lo largo de estas semanas de clase. Pero también algo más: una incitación permanente a aprender, un estímulo para que vayáis más allá de la mera superación del trámite administrativo del aprobado. Escribía el piloto, escritor y filósofo francés Antoine de Saint Exupéry (1900-1944) en El Principito, que "sólo se conocen las cosas que se domestican". Por eso voy a tratar de convenceros de lo importante que es "domesticar" lo que vais a estudiar. Para que sintáis lo apasionante que es descubrir el mundo a través del Derecho. Pero no del Derecho a secas, sino del Derecho en su trayectoria histórica, en el marco cultural de la civilización en la que aparece. Para que comprendáis como sugería José Ortega y Gasset, que preservar nuestra civilización depende de que cada generación se adueñe de su época y sepa vivir "a la altura de los tiempos".

Para ello cada semana os diré qué tenéis que estudiar y cómo, os proporcionaré lecturas y os recomendaré ejercicios. También compartiré con vosotros pensamientos y consideraciones que vengan a cuento, al hilo de lo que vayamos estudiando.

Tendremos que trabajar mucho, vosotros y un servidor. Pero eso dará sentido a vuestro -nuestro- paso por la Universidad. Será un esfuerzo muy rentable para vuestro -mi- engrandecimiento como personas. Os lo aseguro.

Ánimo, y a por ello.

Un saludo cordial

Bruno Aguilera-Barchet

domingo, 11 de septiembre de 2022

BIENVENIDOS


Nada más llegar quiero preguntaros de sopetón: ¿Qué narices estáis haciendo aquí, en la Universidad? Y como es probable que esto no lo tengáis claro, pues acabáis de aterrizar, os la cambio por la de si os han sido provechosos vuestros años en el colegio. No sé si os habéis dado cuenta de que a lo tonto habéis estado enclaustrados en las aulas la mayor parte de vuestra vida. Y por eso quiero que reflexionéis sobre qué es lo que habéis aprendido en tanto tiempo. ¿Os ha parecido interesante? ¿Habéis sacado algo en limpio? ¿O tenéis la sensación de haber perdido el tiempo? 

Esta última opción es a la que apuntaba el famoso pensador francés René Descartes (1596-1650), en su libro más conocido y asequible El discurso del método (1637) que seguro que os suena de algo. Os invito a leer con detenimiento el texto: 

"Desde la niñez, fui criado en el estudio de las letras y, como me aseguraban que por medio de ellas se podía adquirir un conocimiento claro y seguro de todo cuanto es útil para la vida, sentía yo un vivísimo deseo de aprenderlas. Pero tan pronto como hube terminado el curso de los estudios, cuyo remate suele dar ingreso en el número de los hombres doctos, cambié por completo de opinión, Pues me embargaban tantas dudas y errores, que me parecía que, procurando instruirme, no había conseguido más provecho que el de descubrir cada vez mejor mi ignorancia".

Por eso Descartes dedicó su vida a descubrir qué es lo real y cómo conocerlo. 

Tradicionalmente la vida de una persona se dividía en 4 períodos:

1. Infancia

2. Adolescencia y Juventud

3. Edad Madura

4. Jubilación

La educación ocupaba los períodos 1 y 2, y la filosofía que presidía los dos primeros períodos de la vida podía resumirse básicamente en la idea de que los más listos y currantes en el cole y en la universidad conseguían un súper trabajo, ganaban un pastón y ascendían en la escala social. Lo que luego les permitía vivir de las rentas hasta la jubilación. En cambio los que no estaban de acuerdo con este planteamiento, porque tenían dificultades de aprendizaje, porque lo del esfuerzo no iba con ellos, o simplemente porque el sistema les parecía absurdo, como a Descartes, iban de culo. La moraleja os la sabéis fenomenal: hay que estudiar mucho en el cole, sacar una notaza en selectividad y aprobar una súper carrera. O mejor dicho sacarse un porrón de títulos en instituciones prestigiosas -y cada vez más caras- para que los head hunters se os rifen. 

 Sin entrar a fondo en criticar como se merece un sistema tan demencial, debo deciros que todo este planteamiento se ha convertido en una ficción, que hoy no se corresponde con la realidad. Y ello porque por culpa de la tecnología, y más concretamente de los robots y de los algoritmos de la IA, los humanos tienen cada vez menos trabajo. En realidad lo que pasa es que los trabajos tradicionales  están desapareciendo y son sustituidos a una velocidad de vértigo por otro tipo de trabajos, los nuevos que imponen los tiempos. 

La dinámica de una economía de mercado, que cada vez impone más ferreamente su ley de hierro de la rentabilidad y el crecimiento a cualquier precio, determina que no resulte rentable tratar de mantener los trabajos de siempre. Y por ello se está imponiendo el criterio de que la solución no es proteger el puesto de trabajo sino al trabajador. La cuestión es ¿Cómo se logra esto? Y la verdad es que no es sencillo, pues la receta para encontrar trabajo pasa necesariamente por el principio de la "reeducación permanente". Así que para adaptaros al cambio vertiginoso del mundo tecnológico tendréis que olvidaros de casi todo lo que habéis estudiado -no digo aprendido- y prepararos para agarraros como podáis al frenético ritmo de cambio que impone la tecnología. 

 Y para dejarnos de consideraciones teóricas y centrarnos en lo práctico lo que está claro es que el tiempo que vivimos no es de cambio sino DE DESCONCIERTO. Por eso, centrarse exclusivamente en estudiar “técnicas” y disciplinas concretas es mal negocio. Porque este tipo de asignaturas en las que pretenden enseñaros cosas específicas y especializadas serán obsoletas antes de que hayáis acabado la carrera. Lo único que os puede servir de algo son las asignaturas que os van a permitir entender el mundo vertiginoso que os ha tocado vivir.  Y casi todas son disciplinas del grupo que suelen llamar despectivamente de las Humanidades,y que incluye el estudio de la Historia, la Literatura, la Filosofía…. y el Derecho. Quiero dejaros claros desde el primer momento que solo través de ellas aprenderéis a pensar, lograréis entender el mundo, y conseguiréis desarrollar vuestro propio criterio a través de reflexiones críticas. Sólo así podréis salvaros de la obsolescencia y subiros al carro del mundo que os ha tocado vivir.  

Y para eso solo hay una receta: saber leer y escribir. Pues no basta con atiborraros de los materiales audiovisuales con los que os bombardean permanentemente a través de las hidras posmodernas: los teléfonos inteligentes (smartphones) que yo prefiero denominar los teléfonos "atontantes". 

 De ahí que la regla que va a regir este curso es bien sencilla: vamos a dedicarnos esencialmente a leer y a escribir. Pero cosas con sustancia y no las memeces al uso que constituyen la carnaza del 99% de las redes sociales, sin duda el cáncer del siglo XXI que os está matando sin que os déis cuenta. Porque por su culpa estáis dejando de pensar y tenéis tendencia a actuar como autómatas.   

Así que para aprobar esta asignatura un solo consejo: GUARDAR EL MÓVIL EN EL CAJÓN cuando toque trabajar en los materiales que os iré dando a lo largo del curso. Porque si no aprendéis a leer y a escribir despedíos de ser protagonistas del mundo. Pues iréis a rebufo de los algoritmos.... ¡Un planazo!

Así que… arremangaros y a la faena….


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